Imagina que eres un peregrinator del s. I caminando por una calzada romana. Te encuentras en la provincia de la Lusitania. Tras dejar atrás Emerita Augusta, llevas una larga jornada recorriendo la vía de la Plata, e intentas llegar a la conocida Mansio Ad Sorores, una posada en donde descansar, pero te has despistado en esta noche sin luna y ahora te encuentras perdido, en medio de un bosque inmenso de encinas. Buscas un claro y miras al cielo.
Aún recuerdas las clases de astronomía y mitología que diste con el grammaticus en la escuela, el nombre de los estrellas y sus leyendas. Y entonces sonríes: ellas pueden guiarte, indicarte el camino. Sólo es cuestión de seguir el rumbo que ellas te marquen.